Se a informado que el 20 de Agosto una corte en Estados Unidos emitió una orden para revelar la información de usuarios responsables de la filtración ilegal de episodios de anime antes de su estreno oficial, específicamente de las populares series “Kimetsu no Yaiba” (Demon Slayer) y “Jujutsu Kaisen“. Esta decisión marca un hito, ya que es la primera vez que una corte en EE.UU. toma una medida de este tipo en relación con el anime japonés.
La orden judicial se produjo luego de que en junio de 2024 las compañías Aniplex Inc. y Toho Co., Ltd., ambas miembros de la Content Overseas Distribution Association (CODA), presentaran una petición solicitando la revelación de información sobre las cuentas involucradas en la filtración. CODA jugó un papel fundamental en la recolección de pruebas y en el respaldo legal para esta solicitud. Los derechos de autor de estas series están en manos de estas compañías, lo que les ha permitido avanzar legalmente en la búsqueda de responsables.
Según CODA, las filtraciones incluyeron contenido inédito de video e imágenes estáticas de las series mencionadas y fueron publicadas en varias cuentas de Twitter. Estas publicaciones ganaron rápidamente popularidad, acumulando un gran número de visualizaciones. Se ha informado que un total de 12 cuentas en Twitter han sido señaladas por la corte, ya que habían estado compartiendo el contenido sin autorización y sin acceso legal al mismo desde el año pasado.
Esta no es la primera vez que preestrenos ilegales de este tipo afectan al anime. CODA ha recibido numerosas quejas relacionadas con filtraciones previas a estrenos oficiales de otros títulos, y se encuentra trabajando junto a los titulares de derechos de autor para reunir más información y tomar medidas similares en casos futuros. La revelación de la información de estos usuarios es solo el primer paso en un plan más amplio para llevar a cabo acciones legales estrictas en contra de aquellos que distribuyen contenido sin autorización, buscando así imponer sanciones ejemplares que disuadan a otros de realizar filtraciones.
¿Las filtraciones arruinan la experiencia de los espectadores?
El impacto de las filtraciones en la industria del anime es un tema de constante debate. Por un lado, los aficionados más fieles prefieren disfrutar del contenido en su formato oficial, apoyando a los creadores y asegurándose de tener la mejor calidad en la experiencia visual. Por otro lado, las filtraciones generan una expectativa temprana que puede dañar la experiencia de ver los episodios en el momento previsto.
La experiencia del espectador puede verse afectada de varias maneras. Primero, las filtraciones en Twitter suelen incluir material incompleto o de baja calidad, lo que desvirtúa la forma en que se ha concebido el producto final. Además, quienes acceden a este contenido antes de tiempo podrían verse spoileados, privándose de la sorpresa y el impacto que los creadores buscan generar con cada episodio. En el caso de series tan populares como “Kimetsu no Yaiba” y “Jujutsu Kaisen”, que son conocidas por sus tramas emocionantes y giros argumentales, estas filtraciones pueden arruinar el disfrute colectivo cuando finalmente se lanza el episodio oficial.
Por otro lado, las filtraciones afectan económicamente a los estudios y productores de anime, ya que una gran parte de sus ingresos proviene de las audiencias en los estrenos oficiales y las suscripciones a plataformas de streaming. Si los episodios circulan de forma gratuita y antes de tiempo, el incentivo para pagar por el contenido disminuye, lo que afecta negativamente el financiamiento de futuras producciones.
En resumen, aunque algunos puedan ver las filtraciones como una oportunidad para ver el contenido antes que otros en Twitter, el daño que causan a la industria y a la experiencia del espectador es significativo. Las medidas legales como las que se están tomando ahora buscan proteger tanto a los creadores como a los fanáticos, garantizando que el anime pueda ser disfrutado de la forma en que fue planeado, preservando la emoción y la integridad del contenido.
Fuente: Yomiuri Shimbun